28.10.06


Hazaña, Mística

Permítanme mis lectores comentarles una notable programación que emitió Natgeo recientemente. "La semana de las artes marciales" se llamó el especial y abarcó con destacada precisión los distintos puntos de vista que hacen a la práctica y a la doctrina de las artes marciales. Las distintas armas y sus usos, la historia de los samurais, un increible monje shaolín en Nueva York, la historia de un orfebre japonés que hace las mejores katanas del mundo. Estos, entre otros tópicos, fueron tratados con un elevadísimo nivel de producción, profundos y consistentes guiones y una dirección de fotografía que sólo Natgeo puede ofrecer en sus documentales.

Muchos de ustedes notaron un aire zen en mis anteriores posts, y la verdad es que hay un viento imbuído de mística presente desde el inicio del blog. Algún desprevenido puede pensar que soy incoherente; pareciera que hablar de política o de fútbol fuera una cuestión mundana, chata y unidimensional, y que por otra parte tocar temas literarios o cinematográficos otorgara cierto prestigio pero un nulo caudal de lectores. La pregunta es en qué contexto se inscriben las artes marciales dentro de la línea de escritura que se viene desarrollando en este espacio. Los que hayan tenido la posiblidad de ver el especial que emitió Natgeo observaron el énfasis que pusieron sobre los aspectos emocionales de la disciplina marcial. Resultó conmovedora la puesta en escena del valor de los samurais que ofrendaban su vida por el sólo hecho de ser honorables; las hazañas increibles de monjes buscadores de su camino; las filosas katanas capaces de filetear de un sólo movimiento el cuerpo humano y que condensan en su acero toda la mística de los guerreros japoneses y el abrasador fuego de sus maestros orfebres.

Mística y hazaña fueron valores que están siendo reflejados en este blog y que van construyendo una línea discursiva. Ultimamente algunos hicieron abuso de esas nociones sin conocer su real significación ni su trascendencia. Vimos al grotesco presidente de Gimnasia besar su cruz y jurar en nombre de la Biblia para justificar algo absolutamente inverosímil. También a Troglio anunciando una hazaña contra Colo Colo, intentando emular las gestas pincharratas en los campos de batalla de la Libertadores. Todos fuimos testigos del papelón internacional que realizaron los triperos en la Sudamericana como una burda farsa de lo que tendría que ser un equipo con huevos.

La vida cotidiana tiene muchos de los elementos que se vieron en el especial de Natgeo, o de la épica futbolera que saca a relucir Estudiantes. Si observáramos con sensibilidad nos daríamos cuenta de que la política, la literatura y otras facetas de la vida también tienen un barniz que distingue entre quienes dan ese paso que los conduce a la trascendencia y los que se quedan anhelando lo que no fue y nunca podrá ser.

La vida de todos los días tiene múltiples dimensiones. No todos transitan la misma. Eso hace a las personas diferentes, otorga aquel diferencial por el que algunos se animan a dar su vida. A las dimensiones superiores acceden aquellos que tienen el coraje de lograr hazañas y eso los vuelve místicos, trascendentes. Este blog se llama "Cerca de las puertas" movilizado por la convicción de que la vía a un conocimiento profundo está al alcance, que tan sólo basta la verdadera determinación, querer ver, querer llegar, querer ser.

Sin ánimo de hacer leña del árbol caído, lo de Gimnasia fue -y viene siendo- penoso. Fue la muestra cabal de lo que es la impotencia. Le falta todo y ante ese angustiante vacío se aferra a una construcción endeble como es el hecho de que su hinchada es pasional, cosa que no está en discusión en este momento. Pero lo cierto es que esa hinchada seguidora no hace otra cosa que ser partícipe de una secuencia interminable de fracasos. Pareciera que, más allá del griterio y de su presencia posibilitada por una entrada de dos pesos, son incapaces de transferirle al equipo el aura divina necesaria para lograr la hazaña. Sólo tienen el recurso de imitar lo que hace Estudiantes: frente a la presencia de Verón trajeron al Guly y las diferencias entre el original y la copia saltan a la vista hasta para el más inexperto. Quisieron emular el camino glorioso que los pinchas marcamos en los sinusosos caminos de las copas internacionales y sólo ofrecieron vergüenza al país.

Ustedes no lo saben, pero este post lo fui escribiendo mientras Estudiantes jugaba con Chicago. Acaba de terminar y ganamos 2 a 1, vamos primeros.

16.10.06


Mundo agradable

La literatura del fútbol cae invariablemente en los lugares comunes. Habla, analiza, escudriña, sin lograr acceder a una real significación. El periodismo deportivo actual demostró hace rato que carece de la cultura de sus antecesores -un Panzeri, un Ardizzone o un Fioravanti-, que la pifia seguido con la conjugación de los verbos y se queda con el yeite de moda que los hace más patéticos todavía. Los medios salieron, con sus notas, sus comentarios, fotos de los festejos, de la hinchada, el colorido. Pero quedó afuera la sensación, lo puramente sensible. Estuvo el despliegue de verosimiltud pero falto el arrebato de verdad.

Creo que en ciertas ocasiones debemos contemplar nuestro propio silencio. Porque la alegría es inabarcable, y todo lo que digamos, todo lo que festejemos se va a dar de bruces contra la limitación del sinsentido. Si tuviéramos la posibilidad de realizar un viaje interior e introducirnos en nuestras fauces, podríamos aprender de la alegría. Podríamos dejar de escuchar las voces de los micrófonos del mainstream que resuenan a lo lejos para enfocar en el sonido de nuestro cuerpo y alma. Renacería la energía chi oriental que surge cuando todo está en calma, cuando la sensación es agradable y tibia; el chi es una fuerza poderosa para pelear y que otroga felicidad al mismo tiempo. Es ahí cuando tiene lugar aquel mensaje que elude el raciocinio pero que nos enseña, que nos forma. Se trata de una aprendizaje que nos hace mejores personas.

Ayer los pinchas aprendimos algo que jamás olvidaremos. Comprendimos lo que somos. Nos abrazamos en una comunión con nuestra historia, nuestra tradición. No existió el tiempo, estábamos todos: los pioneros, las estrellas, los burros, los que juegan en otros equipos y lo vinieron a ver desde las tribunas, los que se retiraron y no los olvidamos. Estaba Don Osvaldo, estaba el Ruso Prátola, Manera. El Narigón, los Profesores y los partidos de gloria. Toda la historia en noventa minutos de una explosión de sentimientos. Fuimos enormes, somos gigantes.

Ayer hubo un juego descollante en donde todo salió bien, pero también una parada brava en la que demostramos nuestro verdadero valor. Y eso, repito, nos hace bien. Hoy los otros no importan, se que están sufriendo, que se la banquen. Hoy nos miramos a nosotros mismos y nos sentimos bien, estamos en paz. Es la paz de los guerreros que batallaron con una valentía épica y que se entregan al silencio. Porque ya no hay que explicar nada, no hay que discutir ni argumentar. La verdad es que tampoco hay lugar para las cargadas.

Hoy los diarios, en una demostración de travestismo vergonzoso, pedían a Verón para la selección. La hinchada pincha eso lo sabía desde antes del Mundial de Alemania. Fue una locura dejarlo afuera y lo pagamos caro. La gente inentendiblemente lo reprobó y él humildemente demostró su enorme calidad de jugador, y ayer su calidad humana. Hoy los periodistas anuncian a Estudiantes como un candidato a ganar el torneo, tuvimos que ganar 7 a 0 para que nos tomaran en cuenta. Pero los pinchas eso ya lo sabíamos lo mantuvimos en silencio. Hoy lo decimos y anunciamos que vamos a guerrear hasta la muerte para salir campeones. Ayer aprendimos que somos soldados y nos sentimos imbatibles, sabemos más, tenemos más sabiduría, somos gente sabia. Y nos entregamos al silencio y a contemplar este mundo agradable.

13.10.06


Un sentimiento explicable

Esta semana el blog tiene un perfil distinto. En vísperas del clásico platense tomó una tonalidad claramente futbolera y se puso candente con comentarios de distinto tipo. El olor a clásico se siente y bienvenido sea. Quiero agradecer a la gente por sus aportes y también comentar algunas cuestiones al respecto.

Nuestros amigos triperos participan de este blog indicando algo que suponen yo jamás entenderé: ser hincha de Gimnasia representa algo que ningún ser planetario -excepto ellos mismos, claro- logrará alcanzar; se trataría de una cuestión de hermandad mística, una movilización, un sentir único. Presumen también que el resto de la población ese dato lo tiene y que ello concitaría un dolor muy profundo, lo que se traduciría en envidia hacia ellos. Curiosa hipótesis.

Siendo un asiduo televidente del programa El Aguante, podría aventurar que todas las hinchadas del fútbol argentino podrían esgrimir el mismo argumento que nuestros amigos triperos: es decir, se escucha en general algo parecido a "Aldosivi es un sentimiento inexplicable" o "Albo te llevo en el corazón" o "Porve te quiero más que a mi vieja". En realidad, todo participante de una hinchada siente algo único al estar ahí, se vive una emotividad colectiva muy potente que genera una identificación muy fuerte con el equipo que lo está representando.

Se trata entonces de un sentimiento generalizado, y de eso se nutre bastante el floclore del fútbol y todo el aparataje que lo rodea. El hincha se siente único pero es básicamente masivo, esa es la contradicción que no logra explicar. Las hinchadas dan la vida por lograr un diferencial, al fin y al cabo es la lucha por la propia identidad, pero en definitiva son más o menos lo mismo. Algunas son más ruidosas y otras menos, algunas más ingeniosas, otras más seguidoras, pero siempre es una masa soportando emotivamente a un equipo de jugadores.

La hipótesis que quiero discutir, es que la diferencia entre equipos sí existe. Existen distintas identidades, pero esto no puede ser medido en base al valor de sus hinchadas porque como todos sabemos los seres humanos no tienen parámetros de valoración. Es imposible decir qué hinchada vale más que otra. Ahora bien, sí sería posible evaluar la historia en base a sus títulos, sus partidos clásicos ganados. Pareciera ser a priori un criterio un tanto antipático ya que me acusarían -no sin razón- de cuantitavista o, como se dice ahora, de resultadista.

Muy bien, acepto esa objeción y me introduzco en la sustancia de mi razonamiento. Arbitrariamente voy a establecer un criterio que a mi juicio va a resultar valedero: es el coraje de los equipos. La vida somete a los equipos de fútbol a la obligación de ganar. Se sabe que el ser humano es falible y puede fallar, pero de todos modos esa obligación es ineludible. Algunos tienen mucha presión popular -ese es el caso de los equipos denominados grandes- y esa obligación se incrementa: no basta con ganar, hay que hacerlo seguido. Otros con menos presión pueden hacerlo con menor asiduidad, hay equipos que con ganar una vez ya es suficiente. Pareciera ser una especie de tributo que hay que pagar para lograr la propia identidad. Esto no es algo nuevo, las tribus primitivas imponían un rito en donde debía demostrarse coraje para ser poseedor de una identidad. Para formar parte de la mafia sucedía algo parecido, se debía exponer mucho valor para ser aceptado por la Familia.

Contrariamente a lo anteriormente expuesto, los amigos triperos que participan de este blog aducen que no es necesario ganar algo. Ellos dicen que los avala su hinchada y que se conforman sólo con el calor de su gente. Teniendo en cuenta que Gimnasia no ganó nada, puedo decir que nunca nos demostró su valor y que por lo tanto no tributó nunca para apropiarse de una identidad. Estudiantes, se sabe, fue el primer equipo de los denominados chicos en ganar un campeonato, enseguida descolló con tres Copas Libertadores y luego logró una hazaña histórica al ganar una Copa Intercontinental en Manchester. A principios de la década del ochenta revivió sus épocas de gloria con otra serie de campeonatos nacionales. No es necesario que alcancen esa magnitud porque objetivamente resulta dificilísimo. Mi razonamiento prevé una condición muy clara: con ganar un sólo campeonato local (tienen la ventaja que actualmente duran la mitad de lo que duraban antes) podrían salir del oprobio. Con tan sólo un título podrían negar la condición humillante en la que se encuentran ahora. Tuvieron una oportunidad en el 95 y la desperdiciaron, se les volvió a presentar en 2005 y tampoco la aprovecharon.

Quisiera volver sobre las hinchadas. Hay algo en el ser hincha de Estudiantes que es muy peculiar. Se sabe que los pinchas estamos directamente influenciada por el bilardismo y el zubeldismo, y establecemos discusiones con nuestros acérrimos enemigos los supuestos defensores del fútbol bien jugado. Actualmente estamos en una lucha contra los molinos de viento para que la Brujita Verón vuelva a la selección. Pero por esas cosas que tiene la debilidad humana, gozamos con el fracaso reiterado de los triperos. Ya sé, está mal, no hay que disfrutar con la desgracia ajena. Pero fue muy gracioso verlo a Goux llorar cuando empataron contra Banfield y Boca salió campeón.

Tengo un amigo hincha de River que tiene una novia alemana. Y él trataba de explicarle el chiste de la hinchada pincha cuando disfrutaba y le cantaba subcampeón, subcampeón al lobo. A ella no le parecía gracioso porque veía un logro deportivo muy importante en el subcampeonato. Desistió de hacerle entender que para nosotros los argentinos eso era sinónimo de fracaso rotundo. Que después de un campeonato semejante no se podían caer. Que eso le sucedía por segunda vez y que acá eso era muy mal visto. A mi amigo le pareció muy cómica la reacción de la gente de Estudiantes.

En realidad creo que se trata de algo sencillo: los triperos dicen que ellos son un sentimiento inexplicable. Yo por el contrario, creo que el sentimiento que tienen es miedo, no son nada más que cagones. Griguol, su propio referente, el que ellos consideran su maestro, los llamó así. El domingo nos cruzamos amigos.