20.9.06



Riquelme, Verón, el juguete y los males de nuestra historia

Riquelme tiró su escupitajo final y decidió abrirse de la selección para cuidar a su vieja. Objetivo loable, si esa fuera la verdad. La verdad, de todos modos, no importa. Hay un tiempo en las que las decisiones sobre el deporte y sobre el fútbol no tienen peso. Estamos atravesando ese tiempo, los meses posteriores al Mundial de Fútbol son anodinos, intrascendentes. Si hasta perdimos por goleada con Brasil y nadie se mosqueó.

Sin embargo en nuestro país hay vivos de diverso tipo, oportunistas que aprovechan todas las ocasiones para filtrar el dedo carroñero para hurgar en las miserias y acopiar algo más; nadie sabe qué. Todos somos oportunistas y aprovechamos la ida de Riquelme para descargar frustraciones, exorcisar sensaciones de tristeza, algunos lamentaron su pérdida y levantaron la ambigua bandera del fútbol. Yo desde atrás, observando estratégicamente el panorama, dejé pasar unos días para arremeter con mi objetivo: la vuelta de la Brujita Verón a la selección.

Quiero decir que para mí es el mejor jugador del fútbol argentino. Así como está, con una lesión en la espalda, es superior a Messi por varios cuerpos. El motivo que voy a dar no es que el Real Madrid le haya ofrecido cinco millones de euros por año para su fichaje, ni que el Inter estuviera decidido a darle medio equipo al Chelsea a cambio de que la Brujita se quedara en Milán. Tampoco que Boca y River, equipos menores en el contexto planetario, babearan hasta la ignominia por tenerlo tan sólo unos meses con su camiseta. Para mí, el motivo más importante es que de todos los muñequitos que lanzó Coca Cola para el Mundial 98 con la figura de los jugadores de la selección de Passarella, el más difícil e inhallable es el de Juan Sebastián Verón. A ocho años de aquella experiencia, todavía podemos ver en las vitrinas de los anticuarios de juguetes a casi todos esos jugadores: el Cholo, el Ratón Ayala, Sensini, Ortega, el Piojo López (facilísimo, hay un montón). Pero de la Brujita ni uno, hicieron muy pocos. Siempre hay una figurita difícil y en ese caso fue Verón, una decisión de marketing acertadísima por parte de los creativos de Coca Cola porque dió cuenta de la real dimensión de su figura. Hoy ese muñequito se está vendiendo en los remates de Internet por más de doscientos pesos.

Estamos hablando de un tipo impredecible en la cancha, guapo y de una fineza y elegancia que encantan el ojo del hincha de fútbol. Rudo, artero y a la vez exacto en el pase gol. Es aquel tipo frío, preciso, equidistante; que se aferra como puede a un equilibrio para soltar ese aire de genialidad para mandarla a guardar y luego ir a gritarlo con las tripas sólo a unos pocos. Es el que ama a su hinchada -lo sabemos, no es la argentina- y que se agarra del alambrado para sentir. Y esos pocos, los suyos, nosotros, sentimos con él y nos dejamos llevar hacia no sabemos dónde. Es un líder, el conductor del equipo y el general de un aguerrido ejército dispuesto a ser conducido, sin más, hacia el abismo.

Verón es el mejor jugador argentino y Basile lo sabe. Lo sabe el Diego y lo sabe Grondona. Pero la gente no. Una masa informe e ignorante lo condenó por un gesto que denotaba una estirpe. Y entonces le cayeron encima, lo crucificaron. Lo denostan pero se enfurecen porque no pueden dejar de admirarlo. Volvió a las canchas del fútbol argentino en una expresión de generosidad y grandeza pocas veces vista y como devolución nos encontramos con el exabrupto y la mezquindad de una multitud que no sabe de otro goce que el de pertenecer a una masa sin identidad, sin nombre y sin historia. Una masa que es violenta y a la vez cobarde, que es ignorante y es la responsable de los peores males de nuestra historia, que posibilitó que nuestro país cayera en las oscuridades más profundas y que miró para otro lado cuando los más valientes caían en las garras criminales. Ayer condenaron a Etchecolatz por genocida, alguna vez habría que hacer algo parecido con Menem. El pueblo argentino también merece su juicio y su condena. El rastrero pueblo argentino, me cago. Y me cago en todos los que lo adulan y no se animan a señalar que ese pueblo, alguna vez visto utópicamente como revolucionario, no sirve para otra cosa que para que la mierda siga existiendo para
siempre.

10 comments:

Anonymous said...

Yo también lo banco a Verón para la selección. No te digo que juga igual que hace 5 años pero ál ver como juegan los muertos que están me quedo con la Brujita.

Anonymous said...

No me banco el patoterismo de la gente. En realidad tanto Verón como Riquelme me chupan un huevo, son buenos jugadores y está en gusto del Coco si los llama o no. Por suerte tenemos muchos jugadores buenos para cubrir ese puesto. Lo que si no da es matar a los jugadores si renden mal en un Mundial.

Anonymous said...

¿Y Si Verón fuera del lobo, opinarias lo mismo? Hay que ser mas objetivo y no tan fanático.

Anonymous said...

No flaco, por favor..dejate de joder con Verón.

Anonymous said...

Verón es un pecho frio.-

Anonymous said...

Vamos Bruja volvé a la selección. El domingo le ganamos al Lobo. Vamos Pincha carajo!!!!

Anonymous said...

PINCHA PUTO

Anonymous said...

te parece ese final tan encendido??? No sera demasiado??? No estaras sufriendo el sindrome de la "bruja Loca"? Ese sindrome que dice que una vez conocido el brujo pelado, no podes soltarlo nunca mas...en fin, pincha, me agradan tus reflexiones porque me haces recordar a un hermano mio que se dice pincha pero cada vez que pierde (y eso sucede a menudo) siempre esta a punto de tirar la camiseta y hacerse del rojo. Pobre...cuando se acerca a la belleza, se arrepiente y vuelve a picar piedras platenses.
Saludos pincha y suerte el domingo.

Anonymous said...

Lo reconzco, es el problema de escribir mientras pasan Montecristo. Como últimamente está aburrido me gusta tener un traguito al lado y hace que se me encienda un poco la retórica. Prometo un poco más de pulcritud para las próximas entradas.

gjlombardo said...

Lo de la brujita es el ejemplo de vida más sano, claro, simple e íntegro que ha dado el fútbol argentino en las últimas décadas.
Sebastián reúne él solo todas las virtudes humanas que sólo se pueden darse en Instituciones serias, aplomadas y exitosas que han sabido dejar su marca en la historia grande de nuestro país (que no son muchas, y entre las que definitivamente no está gallinasia, que llegó a tener que optar entre disolverse o nombrar como presidente a un mandril).