Cayó sobre su rostro
El 16 de agosto de 1964 un hombre desfiguró a su mujer. Era domingo y estaban separados. No era algo circunstancial, sino el resultado de una serie de desavenencias matrimoniales. El -Baron Biza era su apellido-, radical revolucionario y pornógrafo profesional, escritor bizarro y provocador de clase alta, la había citado para arreglar los detalles de un divorcio traumático, por lo que ambos estaban acompañados por sus abogados. Cuentan los diarios de la época que la cita fue en el departamento de él, una garconiŠre pródiga en libelos políticos, lecturas licenciosas y bebidas narcóticas. Ocurrió en Esmeralda al 1200, alrededor de las 20.Promediaba el encuentro cuando el dueño de casa, anfitrión consumado, convidó con whisky. Sirvió uno, dos, tres tragos. Cuando le tocó el turno a la mujer, un extraviado ex marido le arrojó con furia el contenido del vaso sobre el rostro. Lo que había en ese vaso no era whisky, sino ácido. Los rasgos de Clotilde Sabattini de Baron Biza, hija de un caudillo cordobés del radicalismo y prestigiosa educadora, iniciaron entonces un largo viaje hacia el terror, de la cara a la calavera.Cuando lo fueron a buscar, el autor de El derecho de matar y Por qué me hice revolucionario, el mismo que alguna vez escribió: Yo sé de mi fin, y lo apresuro, estaba muerto en su cama: se había descerrajado un tiro en la sien derecha.De este episodio real parte El desierto y su semilla, la novela de Jorge Baron Biza que narra, por un lado, el desafortunado itinerario de una mujer cuya vida se desbarrancó ese domingo de 1964 y, en paralelo, la historia de su hijo, inevitable víctima de la tragedia y compañero, ¿por elección?, del infructuoso viaje de su madre en busca de la cara perdida.La realidad suele ser fuente de gran parte de la ficción que se escribe en este mundo. Estilizada, mediatizada a través de recursos literarios, esa realidad se abre a nuevas formas de relato, que muchas veces terminan transformándola en un capítulo de la imaginación. Sin embargo, a veces una historia basada en hechos reales puede, como en el caso del libro de Baron Biza, ir más allá de un argumento impresionante, adquirir vida propia y exhibir una contundente calidad literaria.La trama de El desierto y su semilla comienza unos segundos después de la agresión. Una mujer viaja en auto mientras su frente, sus párpados y sus mejillas se están desintegrando: Los labios, las arrugas de los ojos y el perfil de las mejillas iban tranformándose en una cadencia antifuncional: una curva aparecía en un lugar que nunca había tenido curvas, y se correspondía con la desaparición de una línea que hasta entonces había existido como trazo inconfundible de su identidad. Quien describe este proceso de corrosión es Mario, el hijo de Eligia, la mujer que perdió la geografía de su rostro, y de Arón, el autor de esa suerte de escultura de goma de mascar provocada por el ácido.La novela describe, sin ahorrar detalles escatológicos, el proceso de desfiguración de Eligia y los intentos de reconstituir, penosamente, la trama de su carne. En penosas internaciones en Buenos Aires y en Milán, la madre-monstruo es víctima de injertos y colgajos que tratan de dar nuevas formas a lo informe, larguísimas intervenciones quirúrgicas que hacen del cuerpo de esa mujer un objeto de infrecuentes experimentaciones científicas. Una secuencia de diversos doctores Frankenstein ponen manos a la obra sobre la base de diferentes escuelas y filosofías.En Milán, la vida de Mario es una suerte de novela de iniciación en el marco de lo monstruoso: largas veladas entre prostitutas y rufianes de todo calibre y el infierno del alcohol, un terremoto que lo arroja cada madrugada a la cama del acompañante, penoso alojamiento para un joven que está empezando a vivir. No hay porteros sino enfermeras. No hay sábanas de seda sobre su colchón sino blanco piqué, ese basto género que abunda en cortinas y cubrecamas de hospitales.A la manera de los injertos en el rostro de Eligia, Baron Biza toma algunos documentos históricos, recrea otros y los entreteje, como cirujano plástico, con la trama de la historia. Así también fabula lenguas cocoliches: cada vez que reproduce las palabras de un idioma extranjero, lo hace en un español fuera de sintonía, al tiempo que provoca una cadencia y una sintaxis ligada a esa otra lengua.Mario sobrevive, mientras su madre entrega su cara a diferentes filosofías salvadoras. En su vida se cruzarán otras dos mujeres: Sandie, una tilinga hija de millonarios que concurre al sanatorio donde está internada Eligia para hacerse una cirugía estética en la nariz y Dina, una mujer de la noche, cuya familia pasó por un campo de concentración y que inicia a Mario en los placeres sexuales, actividad de la carne difícil de tolerar para quien cada noche vuelve a dormir con una calavera.En la novela de Baron Biza hay otra historia paralela y es la del cadáver de Eva Perón. Eligia, la mujer que es objeto de manipulaciones quirúrgicas, y Eva, la mujer-objeto del embalsamamiento. Eligia, que busca recuperar su rostro. Eva, a la que le congelaron por decreto la belleza. Las dos fueron enemigas políticas: Eligia sufrió cárcel bajo el peronismo. Curiosamente, las dos están al mismo tiempo en Milán. Una en un hospital, escondida tras un biombo para no impresionar a las visitas. La otra en un cementerio, enterrada bajo otro nombre, en uno de los episodios más siniestros de la historia argentina. Las dos representan el enigma de la carne.Pero hay más. Hay búsquedas de manuscritos que podrían encerrar algunas respuestas vitales, la picaresca del Mario vivillo, que se lanza como buscavidas a recorrer Italia sin una lira en el bolsillo y, sobre todo, una notable variedad de recursos narrativos y estilísticos que convierten a esta novela en una de las mejores publicadas en los últimos años.
Por Jorge Barón Biza
Fuente: Diario Clarín
Abril 1999
8 comments:
Les presento un texto de Jorge Barón Biza, hijo de Raúl. El autor de la nota es también el de "El desierto y la semilla", un notable libro que estoy leyendo en estos momentos. Allí cuenta la historia de su excéntrica familia; el relato comienza con el suceso del vaso de ácido sobre la cara de su madre Clotilde Sabattini y los avatares de una cara bella que se transforma en calavera. Es la historia de Jorge, suicidado en 2001; la de Raúl, un vanguardista, un dandy y un hijo de puta; y la de Clotilde, la contracara radical de Evita y pionera de un estilo que tan bien representan hoy Hillary C. y Cristina K. Recomiendo la obra de Barón aunque lamentablemente es difícil de encontrar en librerías. Se dice que se va a reeditar próximamente, ojalá. De todos modos pueden leer un interesante ensayo que se publicó hace unos meses por Editorial Sudamericana, su autor es Christian Ferrer , docente mío en la UBA hace algunos años, y su título "Barón Biza. El inmoralista".
"LA realidad suele ser fuente de gran parte de la ficción que se escribe en este mundo"
Muy estimulante tu comentario.
Estímulo a la lectura porque sin ficción la realidad es insoportable
Gracias fogg.
Algo había escuchado hablar de este tipo, me parece que es el que le construyó un monumento altisimo en cordoba a su mujer que se estroló piloteando un avión...me equivoco?
Gracias por tu comentario.Muy interesante.
You've just been shot.
Buenas, los invito a participar y disfrutar de nuestro blog: SUB-PRODUCCIONES!! antitriperos de ley... compartamos LINKS!!
saludos
SUB
Me gustaría que escribieses sobre el momento actual de Estudiantes.
Son muchas las críticas de la gente sobre la falta de refuerzos de nombre.
Al leer otros blogs encuentro una suerte de desesperanza y disconformismo en la gente con la actualidad del equipo.No entiendo bien,algunos piensan que Estudiantes se ha desarmado y no buscó refuerzos de jerarquía.Vos decçias en tu comentario anterior que Galván viene a reeplazar a Galván.Pérdida importante la de la Pantera para este torneo.Pero no hay una desazón anticipada?Espero tus comentarios,me son muy útiles.
Gracias.Y Vamos pincha!!!!!
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